Entre mundos hermanos

La obra Entre mundos hermanos revela un novedoso camino de reconciliación entre el mundo occidental y el mundo ancestral indígena, a través del retorno a las leyes de la naturaleza y a los principios espirituales que rigen la existencia armónica del ser humano con su entorno natural, social y ante todo consigo mismo. El relato del viaje que lleva a cabo Juliana González como jardín puente entre diversos mundos, se entreteje con las historias de vida de ocho estudiantes y profesionales indígenas (Ati Quigua, Benjamín Jacanamijoy, Hugo Jamioy, Faustino Torres, Milton “El Coreguaje”, Saúl Mindiola, Remedios Uriana y Victoriano Piñacué), y con la historia de amor entre una española y un arhuaco cual metáfora de un encuentro respetuoso y pacífico entre las culturas. Siguiendo la palabra de consejo de abuelas y abuelos indígenas que han guiado sus pasos, la autora y los interlocutores nos enseñan que por medio del pensamiento con corazón, de la palabra dulce, de la poesía, de la comunión con la naturaleza y del respeto por el otro podemos curar las heridas del pasado; sus historias nos recuerdan que la reconexión con el corazón de nuestra propia tierra es una llave mágica capaz de desactivar los candados que nos atan a la enfermedad y de liberar los tesoros subterráneos que nos revelan la memoria de nuestro yo esencial, que es un eterno nosotros. Juliana González crea en este libro un nuevo género literario, mestizaje entre novela, investigación, poesía y chamanismo. El viaje sagrado que inicia hacia el universo multidimensional de las culturas indígenas la conduce al reencuentro con sus raíces familiares, ancestrales y culturales, para descubrir que ella y su tierra son una sola. Con humildad, ternura y honestidad, la autora revela a través de la exposición desnuda de su alma que ella es la tierra colombiana, una tierra que muda de piel, que se quita los ropajes viejos para descubrir que su verdadero cuerpo es un jardín arco iris, que su vuelo no vale la pena si no es compartido con sus hermanos, que su corazón es uno con el corazón del cielo y con el corazón de la tierra, y que su verdadera voz es un colibrí de oro.