Presentación

El año 2008 ha llegado con un cúmulo de amagos para nuestro país, desde el ámbito de la economía o del de la política. La constante elevación de los precios del crudo en los mercados interna cionales, que en principio parece favorecer a México con mayores ingresos por ese concepto, se puede trastocar, si no es que ya lo está haciendo, en un factor negativo para la economía mexicana, al profundizar la recesión en los Estados Unidos, nuestro principal socio comercial, disminuyendo al mismo tiempo el dinamismo de la economía nacional: exportaciones, turismo, etcétera y las remesas que los trabajadores mexicanos envían desde su territorio. Al mismo tiempo, arrecian las presiones internas y desde el extranjero para operar una reforma privatizadora en la explotación de nuestro principal recurso natural, a lo que el gobierno mexicano tiene que responder a contrarreloj por las inminentes elecciones legislativas intermedias de 2009 que imposibilitarán, seguramente, cualquier reforma profunda en materia energética. Pero también, no hay que olvidarlo, el presente año corresponde, conforme al calendario comercial, al de la apertura total de nuestras fronteras a las importaciones de diversos productos agropecuarios — maíz, leche en polvo, azúcar de caña y frijol— pactada desde 1993 en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Las masivas importaciones de esos productos se traducen en una amenaza para los cada vez más débiles productores mexicanos, que ahora, sin apoyos oficiales importantes, enfrentarán la competencia de los mucho más productivos cultivadores de Estadios Unidos y Canadá, que reciben cuantiosos subsidios de sus respectivos gobiernos. La quiebra de nuestros productores, los cambios en el uso del suelo y el incremento de las emigraciones hacia el norte son las tendencias previsibles para el campo mexicano a partir de este año. Pero la apertura comercial agropecuaria no se traduce, por otra parte, en un beneficio para los consumidores urbanos, que resienten también el alza de los alimentos debido a los cambios cualitativos y cuantitativos de la demanda en el mercado mundial de productos agropecuarios. La producción estadounidense de granos se canaliza crecientemente hacia la producción de biocombustibles, en un intento por contrarrestar la elevación de los precios petroleros, y las crecientes importaciones de países como China y La India impulsan también los precios de los granos hacia arriba, encareciendo las importaciones de las que la economía mexicana ha pasado a depender casi totalmente desde hace varios años. En ese complejo escenario nacional presentamos el número 21 de Economía y Sociedad, que así ha cumplido más de diez años fortaleciendo la presencia de la Facultad de Economía en los ámbitos académicos de Michoacán, del país y del resto del mundo a través de la Red de América Latina, el Caribe, España y Portugal (Redalyc). En este caso, su contenido está integrado por un conjunto de materiales que en su mayoría tratan de temas relacionados con la problemática agropecuaria, y también temas como los de la pobreza, las productoras rurales y la subordinación de los pequeños proveedores por los monopolios comerciales internacionales. Esperamos que los productos de investigación aquí englobados bajo la temática de Desafíos de la producción rural y la desigualdad en México, contribuyan a iluminar la compleja y aún sombría coyuntura de nuestra economía y en particular de la situación del campo, así como de los fenómenos migratorios estrechamente vinculados con ésta. Finalmente, incluimos un breve artículo de Américo Saldívar, escrito al calor del debate suscitado por la presentación de la iniciativa de reforma en materia petrolera por el gobierno de Felipe Calderón, en el que el autor presenta una concisa pero muy rica reflexión acerca de las implicaciones y limitaciones de la propia iniciativa en una perspectiva de largo plazo, la única en la que hoy puede pensarse con seriedad en la economía. Los migrantes chiapanecos en los Estados Unidos, las mujeres campesinas, los productores de maíz en el Estado de Tlaxcala, los marginados del Estado de México, las falsas cadenas asociativas entre monopolios y pequeñas productores y las vicisitudes para implantar una política ambiental congruente y eficaz aparecen como protagonistas cruciales en ese complejo escenario, como producto de las investigaciones de Daniel Villafuerte Solía y María del Carmen García Aguilar, Miriam Aidé Núñez Vera, Miguel Ángel Damián y Benito Ramírez, Henio Millán y Rigoberto Pérez, Manuel López Quero y Carmen Avilés Palacios y Daniela Arias Torres y Andrés Solari Vicente. Provenientes de diversas instituciones de educación e investigación del país, han venido a dar, en nuestra opinión, solidez a este número, aunque en ello son los lectores los que tienen la última palabra.