Boletín de opinión: Programa Económico, situación actual y perspectivas – I Seminario Anual CIES 1992

Existe hoy una corriente mundial en la teoría económica que da más prioridad al crecimiento económico, al mediano y largo plazo, que a los aspectos de orden coyuntural. Así, no solo importa estar bien ahora sino también en el futuro no inmediato, interesa cómo hacer para estar mejor y cómo crecer. Obviamente, no es la existencia de esta corriente la única razón por la cual van que dando atrás los días en que observábamos con preocupación la tasa diaria de inflación, los países y dólares que iban sumándose al Grupo de Apoyo, la modificación de las partidas y niveles arancelarios, el número de impuestos y tipos de cambio, etc. En efecto, a medida que pasan los meses en relación a julio de 1990, mes en que el presidente Fujimori recibió la responsabilidad de conducir el país, las preocupaciones de un cada vez mayor número de economistas se van centrando en los problemas de crecimiento económico. Ello, ciertamente, sin olvidarse del diseño y ajuste del programa de corto plazo. Este cambio en énfasis, además de esa nueva tendencia mundial, también puede atribuirse a un conjunto de factores más “nacionales”. Entre ellos destaca el hecho de haberse terminado de aprobar un conjunto de medidas que ante nuestros ojos aparecían como demasiado audaces, sensacionales y novedosas, no solo por la sorpresa de que quien las daba las había negado anteriormente sino también porque parecía difícil creerlas por ser tan opuestas a las vigentes durante el gobierno de García. Otro factor ha sido el desapasionamiento o desideologización de quienes defendían, o de quienes criticaban la política económica. También cuenta la necesidad de tomar posiciones frente al autogolpe, discernir lo que resulta conveniente en el corto plazo frente al largo plazo, pensar no solo en términos de país sino también como América Latina, repensar sobre la naturaleza, fortaleza y vigencia de nuestras instituciones, entre otros factores. Estos hechos van obligando a dejar de pensar en las cosas inmediatas y nos están orientando a una reflexión más pausada y objetiva. Así, los temas abordados en los cinco artículos que ofrecemos en este número constituyen preocupaciones no inmediatas. Sus autores meditan y opinan sobre el mediano y largo plazo, unos más, otros menos críticos a la política de gobierno. El primer artículo, de Marco Terrones (GRADE), es quizá el que tiene un mayor énfasis en la coyuntura. Tras analizar la delicada situación actual del sistema financiero peruano, propone la aplicación de medidas como una pronta elevación de la liquidez monetaria en términos reales. Ahora bien, ello lo hace preocupado por la pronta vuelta a la senda del crecimiento de nuestra economía. También preocupados por el crecimiento económico, o la falta de este, Máximo Vega-Centeno y Mario Tello, ambos de la Universidad Católica, manifiestan opiniones encontradas si las llevamos a sus extremos. Vega-Centeno sostiene que para crecer es necesaria la estabilización, y que la manera en que estabilicemos nuestra economía determinará la senda del crecimiento que tomemos y el tiempo que transcurra entre la estabilización y el despegue. Tello sugiere más bien que no importa preocuparse por la estabilización pues esta vendrá sola cuando logremos crecer. Efraín Gonzales de Olarte (Instituto de Estudios Peruanos), tomando distancia respecto a la especificidad de las políticas económicas aplicadas y tras una interesante reflexión, sostiene que la ética y los valores morales son endógenos al modelo económico y, que el nuevo “orden” que está tratándose de implementar nos estaría llevando a un mundo extremadamente egoísta. Finalmente, ¿para los países subdesarrollados es un lujo o una necesidad pensar en aspectos de equilibrio ecológico mundial? Mucho se ha hablado del “efecto invernadero” que están produciendo en la atmósfera actividades productivas, del incremento gradual de la temperatura mundial, de la destrucción de la capa de ozono, etc. Alberto Pascó-Font (GRADE) reflexiona sobre la viabilidad del crecimiento económico mundial en relación a la problemática de la preservación ambiental. Superando aspectos económicos del crecimiento, el corto plazo, la frontera nacional, etc., se preocupa de la necesidad de considerar aspectos de supervivencia: hay que proteger el equilibrio ecológico. El Perú podría aprovechar el interés de algunos países desarrollados sobre esta cuestión, que se nos aparece como de muy largo plazo, para mejorar la situación nacional en el corto plazo.