Coyuntura y perspectivas de la economía boliviana

“A diferencia del pasado inmediato, por tercer ano consecutivo la economía boliviana mantuvo tasas positivas de crecimiento. En 1989 de 2.44%, menor al 3.5%, inicialmente previsto, debido a que los niveles de inversión, tanto pública como privada fueron menores de lo originalmente proyectado. El nivel de inversión en el sector público tuvo que ajustarse como consecuencia del menor ingreso percibido por las ventas de gas a la Argentina. En el sector privado, de otra parte, la incertidumbre que generó el proceso electoral de 1989 creó un enfriamiento de la actividad económica. Esta situación se vio agravada por la falta de reactivación de la demanda agregada interna, resultante de un programa monetario tremendamente contractivo, pero necesario para mantener la estabilidad de precios y recuperar parcialmente el rezago cambiaría. Se debe recordar que el inicio del nuevo gobierno, que asumió funciones en agosto de 1989, se caracterizó por un alto nivel de incertidumbre respecto del tipo de medidas económicas que se adoptarían. Por otro lado, esta situación se vio agravada por el incumplimiento de pago por parte de Argentina por sus importaciones de gas y, además, por el rezago en el reajuste de las tarifas y precios de los servicios públicos; factores ambos, que afectaban al equilibrio fiscal y la posición de reservas del Banco Central de Bolivia. En consecuencia, la tarea prioritaria del gobierno, en ese momento, era la de mandar senales claras al mercado para restituir la confianza de los agentes económicos y, simultáneamente, revertir la pérdida de depósitos en el sistema bancario y de reservas en el Banco Central de Bolivia. Dicho de otra manera, era necesario "estabilizar la estabilización".”